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lunes, 14 de febrero de 2011

4ª LEYENDA URBANA SOBRE LA SOLTERÍA: DE UNA BODA SALE OTRA BODA.(2ª parte)

            Ya estoy en la Iglesia. Madre mía, cuánta señora “empamelada”. Algunas parecen el resultado de un cruce genético entre un árbol y una mujer. Es increíble. Ah, ya diviso a mi gente y…sí, ya diviso a Nadia, la reina hippy-pija y su corte de imitadoras.
-          Hola Clara, cuánto tiempo- me dice Nadia, y nos damos dos hipócritas besos que bien podrían habernos quemado las mejillas.
-          ¿Qué tal Nadia? Sí, mucho tiempo. ¿Cómo estás?
-          Muy bien, chica. Acabo de venir de la India. He estado allí un mes para encontrar un poco de paz interior y hacer meditación, y me ha venido fenomenal. Tú deberías ir, porque se te ve agotada.
            Ya estamos. Mucho meditar y mucho buscar paz interior, pero sigue tirando a dar. Qué tía. Si la pobre Madre Teresa de Calcuta levantara la cabeza no dudaría en vetarle la entrada en la India a esta lagarta. ¡Menuda es! Habrá dejado a los hindúes majaretas perdidos.
-          ¡Hola Clara, ya estás aquí! – es Ana.- Vente con nosotros, te hemos guardado un sitio. Estamos allí Fernando, Tere, Lucas y Sonia. ¡Ah, y también Leo, la prima centrada de Lucía!, porque éstas son medio lelas o lelas del todo, no las aguanto- esto último Ana lo dijo susurrando, para luego lanzarles una falsa sonrisa.- Qué asco me doy, por ser tan falsa digo. Pues eso, Leo está allí con nosotros…¡y con su novio! Es más mono el muchacho, un encanto. Me lo acaba de presentar.
-          Sí, vamos para allá, anda- y pienso que éste va a ser un laaaaaaaaaaargo día.- Oye, tú tampoco llevas pamela.
-          ¿Qué dices? Paso de gastarme un dineral en una pamela con lo que me va a hacer falta el dinero para comprar pañales.
-          ¿Comprar pañales?
-          ¡Ssssssssííííí Clara! Fernando y yo estamos embarazados. Lo supe con seguridad ayer, así que esperé a hoy para darte la noticia. Estamos locos de contentos.
            Uf, otra que sigue el curso biológico de la vida mientras yo aún estoy en la fase 0, esto es, la fase en que ni siquiera tengo novio. Llegamos a donde están todos:
-          Hey, Fernando, ya me ha dicho Ana. ¡Enhorabuena! Me alegro mucho.
-          Gracias, Clara. Es genial, estamos súpercontentos.
            Les doy besos a todos, y, disimuladamente, miro de arriba abajo al nuevo novio de Leo. Se ve simpático y muy atento con ella. Me alegro por Leo. Empezamos a hablar del embarazo de Ana, de cómo se encuentra, de si tiene fatigas o no…y empieza a sonar la música nupcial. Entra Alejandro, que se le ve tranquilo. La verdad es que Alejandro es un tipo muy tranquilo. Tan grande, algo rechoncho, como un osito de peluche gigante, y con esa eterna sonrisa en la cara, da la sensación de que más que a casarse viene a hacer la Primera Comunión y espera con ansia los regalos y la tarta de después, cuando lo que se le viene encima es una nueva vida que, quieras o no, asusta un poco. Pero se le ve tan coladito por ella…
            Y, en ese momento, entra Lucía. Y de todas las bodas a las que he asistido, creo que Lucía es la novia más preciosa que he visto jamás. Está guapísima, y muy emocionada. La verdad es que el amor es el mejor vestido. Cuando una está enamorada, eso se ve, es como si traspirara, saliera por los poros y como un buen perfume, todo el mundo lo oliera y quedara embriagado con su aroma. Pero yo me refiero a cuando se está enamorada de verdad, más allá de la pasión y los arrebatos del comienzo, enamorada con ese amor sereno y firme que se ha constituido tras varios años de relación en que ha salido tanto lo bueno como lo malo de cada persona.
-          Lucía está guapa guapa- me dice Ana al oído.
-          Sí que lo está. Guapísima y enamoradísima. Los dos están enamoradísimos- dije, y suspiré. Verdaderamente, yo quiero todo esto de casarme y estas cosas, pero sobre todo, lo que quiero de verdad, es estar algún día así de enamorada y ser así de correspondida.



            Ha llegado la hora del almuerzo. Nos hemos pasado todo el tiempo…Bueno, especifico, las mujeres nos hemos pasado todo el tiempo criticando, jeje: que si mira el traje que lleva aquella, que si mira el peinado de la que está allí, que si aquella se cree que tiene todavía dieciocho años para llevar ese escote, que si a la madrina le han puesto fatal la mantilla, como si se la hubieran tirado desde un quinto piso…Tras varias copas y muchos canapés y aperitivos, nos sentamos en la mesa, y, ¡menos mal! Me toca sentarme con mi gente, lo único malo es que Nadia también se sienta con nosotros. Porque quiero mucho a Lucía y creo firmemente que es una buena persona y no sabía dónde poner a Nadia (salvo que la sentara en una mesa sola), si no pensaría que se ha propuesto echarnos pronto del banquete.
-          Está todo muy mono, muy elegante- dice Nadia- aunque recién venida de la India como estoy, todos estos lujos me enojan mucho. Chicos, hay tanta pobreza por allí, que te das cuenta que todo esto está de más.
            ¡Será falsa! Si lleva toda la vida comprándose los blusones hippies que lleva en las tiendas de Custo Barcelona. Es para matarla, a quién irá a engañar, a los pobres hindúes supongo.
-          Me gusta tu traje. ¿Dónde lo has comprado?- le pregunta Leo, con aire inocente y despreocupado, y me da un puntapié por debajo de la mesa.
-          ¿Es bonito, verdad? Pues mira, lo compré en Sevilla, en la tienda de Vittorio y Luchino. Es que es el único traje que iba un poco con mi estilo. Sé que Vittorio y Luchino es algo excesivo, pero siendo la boda de mi prima supuse que los hindúes a los que ayudé a curar allí en la India lo entenderían. ¡Eso de la lepra es asqueroso! Ah, el chal es de la India, de seda salvaje, hecha a mano por unos viejecitos…pobres. Pasaban doce horas al día bordando. ¡Me costó baratísimo! ¿No es increíble?
            Pobres hindúes. Explotados a bordar por unas pocas perras. Seguro que en cuanto te conocieron prefirieron que la lepra los devorase vivos antes de que tú los tocaras. Me imagino dándoles a esos pobres sus consejos de “sé lo que debes hacer”: <<Si es que seguro que si usted no hubiera fumado tanto ahora no tendría la carne cayéndosele a pedazos>>. En fin, lo dicho, la India debería nombrarla “persona non grata”.
-          Me parece que me toca sentarme aquí- dice una voz a mi derecha.- Me llamo Juan, soy compañero de trabajo de Alejandro.
            Y empieza a repartir besos entre las mujeres de la mesa y apretones de manos entre los hombres. Se le ve un chico simpaticote, muy del estilo de Alejandro. Ni guapo ni feo, ni alto ni bajo, ni gordo ni delgado. Extraordinariamente normal, y con un “no sé qué qué sé yo” que me gusta.
-          Supongo que éste es mi sitio, pues es el único libre que queda en la mesa, ¿no?- me dice, pues el sitio estaba a mi derecha.
-          Sí, creo que este sitio es el tuyo. Me llamo Clara- le contesto. Ya veo que Lucía y Alejandro han hecho sus cábalas para  que en esta mesa no me sienta tan fuera de lugar, entre parejas y Nadia.
-          ¿Vienes de parte del novio o de la novia?- me pregunta.
-          Bueno, soy amiga de los dos, pero conozco a Lucía de hace más tiempo.
-          Una boda bonita, ¿verdad?
-          Sí, preciosa.
            ¡Y ahora más que llegaste tú!, me digo. Jejejejeeeeee…en mi imaginación me froto las manos.
-          ¿Entonces eres compañero de Alejandro?
            Horror, Nadia ha decidido entrar en escena con esta pregunta, y entra con fuerza además, pues acaba de quitarse el glamouroso chal bordado en plata que llevaba puesto para dejar al aire un generoso escote “palabra de honor”.
-          Sí, en efecto- contesta el chaval educadamente.
-          Entonces eres abogado, ¿no?
Uf, no hay que ser muy lista para hacer esa deducción.
-          Eso es- y el chico sonríe.
-          Mmmmm, muy interesante. La abogacía me parece una profesión muy interesante. Mi padre quería que yo fuese abogado, pero preferí algo más altruista. Soy asistenta social…
La tía…estaba deseando soltarlo. Seguro que ahora le hablará de la India.
-          …acabo de venir de la India, ¿sabes?
No falla.
-          ¿En serio? Suena interesante. Nunca he estado en la India. ¿Alguien más de esta mesa ha ido a la India?
            ¡Ja! Se ve que Juan no está dispuesto a que Nadia sea la única que hable en la mesa.
-          Me temo que sólo Nadia ha ido a la India- respondo.
-          Vaya, pues no nos desveles demasiado, Nadia, para que el misterio y la intriga sobre ese mágico sitio no se desvanezca y eso nos incite a ir allí.
-          Oye, Juan, debes ser muy buen abogado, pues has sido el único que ha conseguido callar a Nadia, jajaja- dice Leo, y todos reímos a la vez, menos Nadia, que se ha quedado con cara de ajo, y su amiga, que hizo ademán de reírse, pero ante la mirada asesina de Nadia, prefirió llevarse la servilleta a la boca y bajar la cabeza.
La comida está siendo muy divertida gracias a Juan. Es un chico francamente divertido, y cuando sonríe se le pone una cara tan graciosa que dan ganas de comérselo a besos como si de un niño pequeñito se tratara. Sí, en serio, tiene un aire tan natural, tan entrañable que más de una vez, mientras hablaba, me sorprendí a mí misma con una expresión de embelesamiento…la boca abierta de par en par y la baba se me caía  como si de allí brotaran las mísmisimas cataratas del Niágara. ¡Ay, pero qué cosa más mona de muchacho! ¿Dónde se había metido en todo este tiempo pasado? Pero no era yo la única que estaba así, pues en un momento en que me vino la lucidez miré a mi alrededor y todas las chicas de la mesa tenían esa misma expresión boquiabierta que yo tenía hace un momento. Yo juraría que hasta los chicos de la mesa en algún momento también han dejado escapar algún hilillo de baba, pues el chico tiene una parla que engancha, la verdad.
Bien, ha llegado el momento del baile. Nadia se ha apresurado a ponerse en pie y acercarse rápidamente a Juan.
-          Juan, ¿tomamos algo? Y así nos vamos conociendo mejor, porque, chico, qué pena no haberte conocido antes ya que eres divertidísimo- se apresuró a decirle, cogiéndolo del brazo. La muy pendona, dejando atrás a su séquito de pelotas, ya se lo quiere llevar sin que las demás ni siquiera podamos opositar al menos por su atención.
-          Sí claro, tomemos algo todos juntos- contesta Juan. – Chicos, vamos a traer alguna bebida a estas preciosas damas, ¿no?
Y todas nos miramos con complicidad con una sonrisa picarona, y es que ver cómo dan calabazas a Nadia de una forma tan fina es algo por lo que yo gustosamente pagaría.
-          Ese chico es encantador, ¿de dónde ha salido? ¿Lo conocíais de antes? – dijo Nadia.- Os informo desde ya que voy a hacer todo lo posible por llevármelo al huerto esta noche, que, hija, en la India he estado a dos velas.
Ésta definitivamente cree que los hindúes son tontos. La habrán calado bien…y si es por los que estaban allí como ella, como cooperantes o lo que fuera…¡¡¡habrán salido pitando en cuanto abriera la boca, la muy lerda!!! Lo cierto es que el hecho de que Nadia se lleve a Juan hoy está por verse. No me voy a dejar avasallar por esta pija con aspiraciones a Madre Teresa.